Sí, amigos, sé que es Navidad. Una fecha así no se me puede pasar. Creo que cada año, en cuanto inauguramos el verano, estoy deseando que llegue Navidad. Y digo "creo" porque a lo mejor es antes. A mí la Navidad, con sus luces, sus árboles, sus belenes, y toda esa gente refunfuñando, me encanta.
Sí, la gente refunfuñando, también. Me hacen mucha gracia. Quejándose amargamente y a todas horas porque durante un mes tienen que aguantar villancicos y decoración, después de que los demás les hayamos aguantado a ellos dos meses y medio, por lo menos hablando de lo maravilloso que es el verano. Y no nos engañemos, el verano no deja de ser lo mismo que el invierno, con más sudor, quemaduras solares y rozaduras en los pies. Esa gente que se queja amargamente y refunfuña porque ya está aquí la Navidad, "la fiesta más falsa del mundo", pero que luego no se privan de abrir los regalos y ponerse ciegos de langostinos, cordero, turrón y cava. En el fondo son adorables. Hay que quererlos.
Pues bien, para unas fiestas tan entrañables, en las que las familias se unen, aunque sólo sea para hablar de Podemos y acabar discutiendo, he decidido hacer en casa varios turrones. Pero como todo lo dejo para el último día sólo os pongo la receta de uno; el de chocolate crujiente con conguitos. Os pongo este porque, aunque no es el más tradicional, creo que le gustará a todo el mundo. Vamos, si le gusta a mi hermano Guillermo, con lo especialito que es para eso de los turrones y los frutos secos (no es alérgico a ninguno, que conste), le tiene que gustar a todo el mudo.
Además es un turrón muy fácil de hacer. Probablemente lo que más os cueste es encontrar el pailleté. Por pailleté entendemos trocitos de barquillo. Pero no de ese de cucurucho de helado. Del barquillo fino, crujiente, con mantequilla, de ese que es como una crêpe dura. Es relativamente fácil encontrarlo en páginas web que veden online ingredientes para repostería, pero como poco os tendréis que llevar dos kilos y medio. ¿Y qué hacemos en casa con dos kilos y medio de pailleté? Por eso, una buena opción puede ser comprar barquillos buenos y trocearlos nosotros en casa, que es lo que yo hice. Y otro secreto; si no encontráis gianduja podéis sustituirla por Nutella, que no deja de ser una crema de cacao con avellanas (no, la Nocilla no vale). Aunque ya aviso que no es lo mismo...
Ingredientes:
- 550 g de gianduja
- 180 g de chocolate de cobertura con leche
- 50 g de chocolate de cobertura negro
- 135 g de pailleté (o barquillos troceados)
- Un buen puñado de conguitos de chocolate blanco (porque los tenía por casa...)
Elaboración:
- Para empezar fundimos la gianduja y cada uno de los chocolates por separado. (Es importante hacerlo por separado, ya que cada uno de ellos tienen diferente punto de fusión. No queremos que un chocolate se queme mientras el otro no se acabe de fundir).
- Mezclamos los dos chocolates y la gianduja, y cuando esté a 30ºC añadimos el pailleté y los conguitos y removemos bien. (Es importante no superar esa temperatura, para que el pailleté no quede blando y los conguitos no se derritan).
- Llenamos un molde con la mezcla y dejamos que cristalice al menos 12 horas.
Consejos para desmoldar:
- Para desmoldar ayuda bastante poner una una tira de papel vegetal que cubra el fondo y dos lados del molde.
- Antes de tirar desesperadamente del papel vegetal podéis pasar el secador por las paredes del molde durante unos cinco segundos.
Conservación:
- Este turrón aguanta perfectamente varias semanas, pero si os juntáis muchos en Nochevieja no creo que dure un asalto...
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