A veces me sorprendo a mí mima imaginando cómo seré cuando llegue al estado de abuelita adorable, y me llama la atención que a menudo me veo comiendo gominolas, enchiladas o bocabits, cosas que mis abuelas no probaron en su vida. Pero supongo que la forma de comer ha cambiado mucho en los últimos años, así que en poco tiempo, si la diabetes se lo permite, sera normal ver en los quioscos a abuelitos, y no comprando precisamente para sus nietos.
Mientras llega ese momento os propongo ir ensayando con unas gominolas a las que podríamos denominar como "placer adulto". No son tan dulces como las que encontramos en las tiendas de chicles y tienen ese toque picante que caracteriza al jengibre. Sí, ya sé que a algunos os da reparos el jengibre, que es un sabor que gusta mucho o no gusta nada, pero dadle una oportunidad.
Yo, además, una vez hechas las he metido en el desecador. Primero, porque es un regalo de cumpleaños que me apetecía muchísimo usar. Segundo, porque al deshidratar las gominolas a baja temperatura conseguimos que en su exterior se forme una capa crujiente que le da un toque muy interesante. Ya sé que muchos de vosotros no tendrá desecador en casa, pero se puede conseguir el mismo efecto con el horno y un poco más de paciencia. ¿Nos ponemos a ello?
Ingredientes:Mientras llega ese momento os propongo ir ensayando con unas gominolas a las que podríamos denominar como "placer adulto". No son tan dulces como las que encontramos en las tiendas de chicles y tienen ese toque picante que caracteriza al jengibre. Sí, ya sé que a algunos os da reparos el jengibre, que es un sabor que gusta mucho o no gusta nada, pero dadle una oportunidad.
Yo, además, una vez hechas las he metido en el desecador. Primero, porque es un regalo de cumpleaños que me apetecía muchísimo usar. Segundo, porque al deshidratar las gominolas a baja temperatura conseguimos que en su exterior se forme una capa crujiente que le da un toque muy interesante. Ya sé que muchos de vosotros no tendrá desecador en casa, pero se puede conseguir el mismo efecto con el horno y un poco más de paciencia. ¿Nos ponemos a ello?
- 500 g de agua
- 50 g de jengibre
- 250 g de azúcar
- 5 g de agar-agar en polvo
- Azúcar glas para espolvorear
Elaboración:
- Para empezar pelamos el jengibre, lo rallamos (a mí se me cayó algún trocito más grande, pero no pasa nada) y lo ponemos a hervir junto con el agua.
- Pasados unos 10 minutos desde que empieza a hervir retiramos la olla del fuego, la tapamos con papel film y lo dejamos infusionar. (Tened un poco de paciencia, que esté por lo menos media hora).
- Mientras, mezclamos bien el azúcar y el agar-agar, para evitar que luego se formen grumos.
- Tras el tiempo de infusión volvemos a poner el cazo al fuego y, cuándo esté tibio, añadimos el azúcar y el agar-agar, sin dejar de remover.
- Cuando rompa a hervir, aguantamos unos dos minutos, colamos, echamos la mezcla en un recipiente con bordes y dejamos que cuaje. (Eso sí, a poder ser que no supere el medio centímetro de grosor).
- Una vez la gelatina haya cuajado la cortamos en dados y las colocamos en el desecador. Encendemos y dejamos nuestras gominolas unas 4 horas, hasta que aparezca alrededor una capa crujiente y dulce. (Si no tenemos desecador lo podemos hacer en el horno, a unos 60ºC, aunque os llevará algo más de tiempo).
- Ya sólo nos queda retirar, rebozar en azúcar glas si se desea y disfrutar
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