Bizcocho de fresas


Estamos en plena temporada de fresas, una baya que pertenece a la familia de las rosas y que es una de mis frutas favoritas. A pesar de que muchas veces, cuando las como, me viene a la mente "Fresa salvaje", esa canción de Camilo Sesto, con sus ridículos coros.

Tras este viaje a nuestro pasado más kitsch vamos con la receta, que es para lo que estamos aquí. Aprovechando esas fresas que tenemos en la nevera os propongo hacer un bizcocho. Tampoco nos vamos a poner exquisitos. Algo sencillo, al alcance de todos, con el que sorprender, por ejemplo, a nuestra madre en su día.

El bizcocho de hoy es muy simple, para el desayuno o la merienda, pero increíblemente ligero y esponjoso, con el crujiente de la costra de azúcar que se forma por encima y el dulzor de la fresa cada vez que te encuentras con una de ellas.

Por cierto, este es un bizcocho que se hace con aceite de girasol y no con mantequilla. Sí, ya sé que algunos, por sistema, renegáis de este aceite, pero os digo desde ya que es ingrediente esencial para conseguir esa esponjosidad que antes os comentaba. Si renegáis mucho, mucho, mucho, podéis sustituirlo por la misma cantidad de mantequilla, a temperatura ambiente, aunque quedará mucho más denso. Lo siento, talibanes del AOVE, para esta receta el Aceite de Oliva Virgen Extra está vetado; aportaría demasiado sabor y se cargaría la delicadeza del bizcocho y de las fresas.

Una vez dicho esto, nos ponemos manos a la obra.

Ingredientes:

  • 3 huevos grandes
  • 150 gramos de azúcar (y un puñado más para espolvorear)
  • 75 g. de aceite de girasol
  • 100 g. de leche
  • 1 cucharada sopera de vinagre de manzana 
  • 1 cucharada sopera de extracto de vainilla
  • 250 g. de harina 
  • 9 g. levadura 
  • Una pizca de sal 
  • Fresas

Elaboración:
  • Empezamos por batir, en un bol, los huevos con el azúcar hasta que casi doblen su volumen. 
  • Añadimos entonces el aceite y el vinagre, y cuando esté bien mezclado incorporamos la leche y el extracto de vainilla y volvemos a batir bien,
  • Ha llegado el momento de añadir la harina, la levadura y la sal tamizadas, y mezclar a mano, o con las varillas, con el nivel de intensidad más bajo, hasta obtener una masa homogénea.(La masa quedará más bien densa, así que tranquilos, no habéis hecho nada mal). 
  • Lavamos las fresas, les quitamos el rabito (pedúnculo, que dicen los finos), las cortamos en cuartos o por la mitad, según el tamaño, y reservamos.
  • Ha llegado el momento de echar la masa en un molde enharinado y repartir las fresas, con el corte hacia abajo, por toda la superficie. (Yo he usado un molde de 20 centímetros, pero si tenéis uno de 27 o 30 centímetros puede que os quede mejor, ya que quedará más fino y con la misma cantidad de fresa parecerá que tiene más).
  • Espolvoreamos toda la superficie de nuestra tarta con azúcar (no seáis ratas) y metemos al horno, precalentado a 180ºC, durante unos 35 minutos, o hasta que esté hecho y dorado. (Ya sabéis que los tiempos dependerán de vuestro horno, y si utilizáis un molde más grande el tiempo de horneado será menor).
  • Ya sólo queda sacar nuestro bizcocho del horno, dejar que temple antes de desmoldarlo y enfriarlo sobre una rejilla antes de degustarlo.


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¿Qué es Pelinti? Muchas veces, cuando nos sentamos a la mesa ante un plato de nuestra comida favorita, nos la llevamos a la boca aún demasiado caliente movidos por el ansia, a pesar de saber que nos vamos a quemar. Entonces no nos queda otra que emitir un extraño ruido, una especie de "aaaaaaaahhhh" con la boca cerrada, a la vez que intentamos introducir aire fresco en ella, expulsamos el aire caliente de dentro, y hacemos que la comida de pequeños botes en la lengua, porque quema. En Ghana describen todo esto con una sola palabra, "pelinti", que literalmente significa "mover la comida caliente por la boca". En este blog intentaré dar recetas y recomendar bares y restaurantes con los que tengamos que usar la palabra "pelinti".