Lo típico, que estas en casa una noche y de repente se te antojan unos huevos fritos para cenar. El plan parece perfecto, porque todo el mudo tiene huevos en la nevera, pero, ¡horror!, no hay pan. Y ya no son horas de salir a comprarlo a ninguna parte. No os preocupéis, porque si sois capaces de aguantaros las ganas durante una hora corta, tenéis pan.
Sí, amiguitos, pan de soda o bicarbonato. Un pan con larga tradición en Irlanda y que no necesita levadura, ni fermentación, ni apenas amasado. Tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Al no tener tiempo de levado no vamos a conseguir un pan con miga esponjosa y alveolada, os lo digo porque sé que entre los panarras hipsters, culturetas, foodies y enterados eso de que la miga tenga mucho agujero está muy valorado. La miga del pan de soda va a ser compacta y densa, que no es lo mismo que pesada, ojo. Al menos si está bien hecho. Por eso os insisto en que no amaséis demasiado.
Yo lo he hecho mezclando harina de trigo integral y blanca, pero podéis usarla toda blanca, toda integral o hacer vuestra propia mezcla. Es muy común añadirle copos de avena, pero como yo no tenía le he echado germen de trigo. También lo podéis enriquecer con pipas y semillas, pero no es obligatorio. Si lo hacéis, aseguraos de no pasaros con las proporciones. Y si no os gusta la miel o no tenéis en casa no pasa nada, podéis sustituirla por la misma cantidad de azúcar. Vamos, que el que no hace este pan es porque no quiere.
No os voy a engañar, lo ideal es comerlo el mismo día que se ha horneado, pero si os sobra lo podéis tostar la mañana siguiente y lo desayunáis con mantequilla y mermelada. ¡Riquísimo!
Ingredientes:
- 300 g de leche entera
- 2 cucharadas de zumo de limón
- 300 g de harina panificable integral
- 150 g de harina panificable de trigo
- 15 g de bicarbonato
- 7 g de sal
- 50 g de copos de avena (yo no tenía y lo cambié por germen de trigo)
- 50 g de pipas variadas
- 15 g de semillas de alcaravea
- 25 g de miel
- 10 g de mantequilla fundida
Elaboración:
- Lo primero que tenemos que hacer es poner la leche en un cuenco y echar sobre ella el zumo de limón. Sí, la idea es que se corte para obtener algo parecido a la buttermilk, así que tenemos que dejarla así unos 15 minutos. Reservamos.
- En un bol grande ponemos las harina (o la harina, si la hacéis sólo con un tipo), la avena (o el germen de trigo), las pipas y las semillas (si es que habéis decidido ponerlas), el bicarbonato y la sal y lo mezclamos bien.
- Incorporamos entonces la miel y la mantequilla fundida, y volvemos a mezclar.
- Llegó el momento de añadir nuestra la leche cortada y volver a mezclar.
- Sacamos del bol, y sobre una encimera ligeramente enharinada damos un último amasado muy breve (si nos pasamos amasando nos quedará un pan duro), damos forma de bola a la masa, espolvoreamos harina y con un cuchillo de sierra hacemos un corte profundo en forma de cruz.
- Sin dejar que fermente ni nada, metemos nuestro pan al horno, que tiene que estar previamente precalentado, con calor arriba y abajo. Los 10 primeros minutos hornearemos la hogaza a 240ºC. Pasado ese tiempo bajamos la temperatura a 200ºC y lo dejamos otros 30 minutos, o hasta que esté dorada.
- Sólo nos falta sacarlo del horno, enfriar y mojar pan en nuestros huevos fritos.
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