Bizcorreto. Sí, ya sé que esa palabra no existe. Que la RAE me perdone. Lo que hoy vamos a intentar es cumplir los sueños de un chico de cuarenta y pocos que se lamenta continuamente con las siguientes palabras: "mi abuela, con un solo molde redondo y cinco ingredientes que no incluían ningún polvo de los de Ferrán Adriá, conseguía unos bizcochos super altos y esponjosos. De esos ya no veo".
Pues bien, hoy intentamos hacer uno de esos. Y lo que es más importante, os damos las claves para poder conseguirlo con éxito en otras recetas.
Lo primero, y evidente, es que el resultado va a depender de la receta que utilicemos. Pero ya adelantamos que aquellas que lleven mucha o muy poca harina, mucho aporte graso o muchos tropezones quedarán menos esponjosas y subirán menos. Pero separar las yemas y las claras, batir las yemas hasta montarlas y las claras a punto de nieve para mezclarlas luego con mucho cuidado para que no bajen, ayuda.
Lo segundo, el molde en el que pongamos nuestra masa también va a influir. Cuanto más grande sea, menos subirá nuestro bizcocho. ojito, tampoco lo podemos poner muy pequeño, porque la masa no tendría espacio para subir. Par esta proporción de huevos vamos a usar un molde de 18 cm de diámetro (si utilizamos 5 huevos, por ejemplo, y multiplicamos el resto de ingredientes en proporción, utilizaríamos un molde de 22 cm), que además forraremos con una banda de papel vegetal para que el bizcocho tenga más espacio para subir. (La marca que se ve a mitad del bizcocho queda a veces, marca el final del molde, y el bizcocho sigue subiendo arropado por la banda de papel vegetal).
Y lo tercero, el horno es importante. Por eso es importante también conocer cómo funciona el nuestro, ya sabéis que cada horno cuece de una forma. Pero lo que sí que nos va a ayudar a conseguir el resultado que buscamos es una cocción lenta. Si con la temperatura y tiempo que os indicamos en la receta veis que por fuera se empieza a quemar sólo os queda cubrirlo con papel de aluminio. Y la próxima vez que lo hagáis bajáis un pico la temperatura, unos 10°C, y alargáis un poco el tiempo de cocción si es necesario. Además os recordamos que si ponéis el horno con ventilador el bizcocho subirá un poco más, pero lo hará con copete y no liso.
Y poco más que añadir, señoría. Ya sólo nos queda meternos en la cocina, precalentar el horno y empezar a mezclar ingredientes.
Ingredientes:
- 120 ml de leche
- 1 cucharada de zumo de limón
- 3 huevos
- 180 g de azúcar
- Ralladura de 1 naranja
- 1 cucharadita de agua de azahar
- Una pizca de sal
- 48 ml de aceite de oliva suave
- 180 g de harina
- 9'6 g de levadura química (tipo Royal)
Elaboración:
- Para empezar vamos a hacer nuestro buttermilk casero. Para ello mezclamos la leche con la cucharada de limón y dejamos reposar como un cuarto de hora, hasta que parezca que esté cortada.
- Mientras, separamos las yemas de las claras.
- Batimos las yemas con el azúcar y la ralladura de naranja, hasta que queden como una crema ligeramente esponjosa.
- Seguimos batiendo mientras añadimos el agua de azahar y, poco a poco, el aceite de oliva, hasta que esté bien integrado en la preparación.
- Tamizamos la harina con la levadura, añadimos un tercio al bol y batimos hasta integrar.
- Incorporamos la mitad de nuestro buttermilk casero y batimos.
- Echamos la mitad de la mezcla de harina y levadura que nos queda y mezclamos bien.
- Añadimos el resto de buttermilk casero y batimos.
- Incorporamos la harina y levadura que nos quedaba y batimos lo justo para obtener una mansa ligera y homogénea. Reservamos.
- En otro bol batimos las claras a punto de nieve con la pizca de sal.
- Mezclamos las claras a punto de nieve con la preparación anterior, con movimientos envolventes y de arriba a abajo para que no se bajen.
- Echamos la mezcla en un molde previamente engrasado y encamisado con papel de horno y lo cocemos en el horno precalentado a 170°C durante unos 50 minutos, o hasta que al pincharlo en el centro la aguja salga limpia.
- Lo sacamos del horno, dejamos que se temple, desmoldamos y lo dejamos enfriar completamente sobre una rejilla.
- Ya sólo nos queda servir y disfrutar.
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