Pues ya es verano oficialmente en el hemisferio norte. La gente está desesperada porque llegue el calor y eso que este fin de semana ha aumentado bastante la temperatura. Dijeron el otro día en televisión, en el espacio del tiempo (que cada vez dura más minutos, por cierto) que no podíamos hablar de ola de calor porque no se superaban los tres días de alta temperatura. Jajajaja.
Estoy deseando que llegue la primera del año y que la gente empiece a quejarse del calor que hace, como lo hacían hace cuatro días de que estábamos teniendo una primavera muy fría y húmeda. El caso es quejarse. Aunque no deja de hacerme gracia que la gente piense que, por el simple hecho de ser verano, su vida va a cambiar de a mejor de un día para otro. Para mí, la vida va a seguir siendo igual de buena o mala en verano, sólo que con vestidos sudados, quemaduras solares y rozaduras de sandalias en los pies. Vamos, que igual es un poquito peor. Jajajaja.
Pero no seamos cenizos, porque el verano también tiene sus cosas buenas. Por ejemplo, que se abre la veda para comer helado, que parece que el resto del año está prohibido. Abren las heladerías, algunas pastelerías incorporan estas elaboraciones a sus vitrinas, se abren los quioscos de playas y piscinas Y las calles se llenan de gente semidesnuda que lame un cono de helado.
Como ya sabréis si leéis este blog, yo soy de la opinión de que el helado se come todo el año, incluso en invierno, que junto con el otoño es mi estación favorita, por si no se había notado. Así que hoy os propongo un helado con el sabor del invierno; unos polos de chocolate caliente, como ese en el que se mojan los churros. Y lo mejor, que no necesitáis ni heladera ni azúcares extraños para que queden perfectos y cremosos. Abrid la despensa, porque seguro que tenéis todos los ingredientes en casa y manos a la obra.
Estoy deseando que llegue la primera del año y que la gente empiece a quejarse del calor que hace, como lo hacían hace cuatro días de que estábamos teniendo una primavera muy fría y húmeda. El caso es quejarse. Aunque no deja de hacerme gracia que la gente piense que, por el simple hecho de ser verano, su vida va a cambiar de a mejor de un día para otro. Para mí, la vida va a seguir siendo igual de buena o mala en verano, sólo que con vestidos sudados, quemaduras solares y rozaduras de sandalias en los pies. Vamos, que igual es un poquito peor. Jajajaja.
Pero no seamos cenizos, porque el verano también tiene sus cosas buenas. Por ejemplo, que se abre la veda para comer helado, que parece que el resto del año está prohibido. Abren las heladerías, algunas pastelerías incorporan estas elaboraciones a sus vitrinas, se abren los quioscos de playas y piscinas Y las calles se llenan de gente semidesnuda que lame un cono de helado.
Como ya sabréis si leéis este blog, yo soy de la opinión de que el helado se come todo el año, incluso en invierno, que junto con el otoño es mi estación favorita, por si no se había notado. Así que hoy os propongo un helado con el sabor del invierno; unos polos de chocolate caliente, como ese en el que se mojan los churros. Y lo mejor, que no necesitáis ni heladera ni azúcares extraños para que queden perfectos y cremosos. Abrid la despensa, porque seguro que tenéis todos los ingredientes en casa y manos a la obra.
- 500 g de leche entera
- 200 g de nata
- 100 g de azúcar invertido (si no tenéis, azúcar normal)
- 200 g de chocolate negro 52-61% cacao
- 20 g de maizena
Elaboración:
- Lo primero que vamos a hacer es poner toda la leche, menos un vasito, en un cazo, añadir la nata y el azúcar invertido y ponerlo al fuego hasta que rompa a hervir.
- Lo volcamos entonces sobre un bol en el que habremos puesto el chocolate y mezclamos bien hasta que se derrita completamente.
- En el vaso de leche que habíamos reservado disolvemos bien la maizena y la incorporamos a la mezcla del chocolate.
- Ponemos la mezcla en un cazo y lo cocemos a fuego medio, sin dejar d remover, hasta que espese.
- Retiramos el cazo del fuego y trituramos bien la mezcla con una batidora.
- La colamos por si nos hubiera quedado algún grumito y llenamos con ella nuestros moldes de polos.
- Ponemos los palitos, tapamos y dejamos que enfríen antes de meterlos en el congelador al menos durante 8 horas.
- Pasado ese tiempo sólo nos queda desmoldar y disfrutar.