domingo, 30 de julio de 2017

Tarta fina de mirabeles

No sé si os he contado alguna vez que toda la vida hemos veraneado en Sanxenxo, en Pontevedra. A pesar de estar en Galicia, y de lo que podáis pensar, cuenta con un microclima excelente y la verdad es que en verano suele hace bastante buen tiempo, pero siempre reservábamos un día de los que salían nublados para ir a Portugal. Ir a Portugal significaba justo cruzar la frontera, llegar justo hasta Valença do Minho, introducirnos en su fortaleza y comprar toallas, sábanas, jerseys (nunca olvidaré in jersey reversible de Minnie, en rosas, blancos y negros, que mis padres me compararon allí). Y después de las compras siempre íbamos hasta A Guarda para comer marisco, y yo, que soy alérgica, cualquier pescado casi recién sacado de la ría.   

Fue precisamente en A Guarda donde descubrí los mirabeles, una ciruela dulce y aromática, pequeña, poco más grande que las cerezas, que por lo visto llegó a la comarca de O Rosal desde la Selva Negra allá por los años 30 del pasado siglo. Frescos sólo los he visto en A Guarda, y no demasiadas veces, así que supongo que será difícil encontrarlos más allá de la comarca de O Rosal, pero hacen una mermelada maravillosa con ellos o los embotan en almíbar. Son precisamente estos, los mirabeles en almíbar, los que vamos a utilizar para nuestra tarta de hoy.

Una tarta, que como bien dice el título de esta entrada, es fina. Yo lleva levadura. No vamos a montar las claras par aportar volumen. La masa que vamos a hacer es similar a una masa de crepes, así que el resultado que obtendremos será el de una tarta fina. Ojo, en el horno crecerá por efecto del calor  y por la mínima cantidad de aire que le hemos metido al batir, pero es sólo una ilusión: al sacar la tarta del horno e ir enfriándose bajará de volumen considerablemente. No pasa nada. Es así. Tiene que ser así. No habéis hecho nada mal. Vuestra tarta es así, rústica, fina, ligera, suave y delicada. Queredla tal como es y precalentad el horno para prepararla. Ya.

Ingredientes:

  • 2 huevos
  • 2 yemas de huevo
  • 50 g de mantequilla
  • 100 g de harina
  • 6 cucharadas de azúcar glas (y un poco más para decorar)
  • 160 ml de leche
  • 1 cucharadita de esencia de vainilla
  • 1 bote de mirabeles en almíbar

Elaboración:
  • En un bol batimos los huevos y las yemas, hasta que hayan aumentado de volumen y queden blanquecinas.
  • Cuando lo tengamos listo añadimos la mantequilla fundida y la esencia de vainilla y volvemos a batir. (Como veis en las fotos yo no he añadido esencia de vainilla. Simplemente porque el azúcar glas que he utilizado es avainillado, así que no hace falta).
  • Incorporamos la harina y el azúcar glas, que habremos tamizado previamente, y batimos sólo lo justo para integrarlo todo bien.
  • Ahora vamos añadiendo poco a poco la leche, sin dejar de batir, hasta que obtengamos una masa homogénea. Dejamos reposar unos 15 minutos en la nevera. (Os va a quedar bastante líquido, no os preocupéis, es así).
  • Mientras la masa está en la nevera aprovechamos para quitarle los huesos a los mirabeles e ir colocándolos en un molde de unos 24 centímetros de diámetro y previamente engrasado.
  • Pasados los 15 minutos sacamos la masa de la nevera, la vertemos en el molde y horneamos en el horno precalentado a 190ºC durante unos 20 minutos.
  • Pasado ese tiempo sacamos la tarta del horno y la dejamos enfriar. (Si queréis, porque esta también muy rica templada).
  • Ya sólo nos queda espolvorear con un poco de azúcar glas y disfrutar.



domingo, 23 de julio de 2017

Refresco de limón y lavanda

¿Debería darme vergüenza colgar un post con una receta tan sencilla como la de una limonada? Pues un poco sí, para qué nos vamos a engañar. Pero como la poca vergüenza que tenía ya la perdí el día que publiqué la limonada rosa o la infusión fría de manzana y canela, hoy me lanzo con otra versión, y para darle otro toque diferente me lanzo a añadirle agua con gas y convertirla en un refresco.  Claro que, con agua con gas, tampoco es que se eleve mucho la cosa, así que vamos a convertir un sirope de lavanda en la estrella de esta receta. Porque a mezclar diferentes líquidos se le puede llamar receta, ¿no?

Lo que vamos a preparar hoy no deja de ser una limonada, pero le vamos a dar un toque diferente con un ligero sabor a lavanda y añadiéndole agua con gas. Y aquí es cuando entran los de la Brigada Vida Sana y dicen que puestos a hacerlo en casa, mejor lo hacíamos sin azúcar y con agua sin carbonatar. Pues vale. Si lo queréis hacer con stevia estáis en vuestro derecho, pero recordad que hay que echar la tercera parte de lo que pone en la receta, ya que endulza mucho más. Si no queréis usar agua con gas, vosotros mismos, yo estoy muy a favor del agua del grifo, pero el refresco pierde la chispa, la verdad. Y otra cosa os digo; la felicidad alarga la vida y ayuda a dotarla de mayor calidad. (Perdonad este párrafo, pero es que ya estoy un poco cansada de todos aquellos, y cada vez son más, que cuentan las calorías de todo lo que nos metemos a la boca, del ejercicio que tenemos que hacer para quemarlas, de lo malísimos que son el gluten, la lactosa, el azúcar y hasta el zumo de fruta recién exprimido. ¡Madre mía qué agonía!)

Así que nada, amiguitos, yo me la juego y hago este refresco un azúcar y agua con gas. O sifón, porque cualquiera que me conozca sabe lo que me gusta a mí un sifón. Las ganas irrefrenables que me entran de agarrar uno en cuanto lo veo, apretar las palanquita y que salga el chorro. Ahí, a presión. ¿Qué no lo habéis hecho nunca? Pues este refresco de limón y lavanda es ideal para estrenarse. Animaos.

Ingredientes para el sirope de lavanda:
  • 150 g de agua
  • 150 g de azúcar
  • 2 cucharaditas de lavanda

Ingredientes para el refresco de limón y lavanda:
  • Todo el sirope de lavanda que habéis hecho antes
  • 200 ml de zumo de limón recién exprimido
  • 600 ml de agua con gas (yo he usado sifón)

Elaboración del sirope de lavanda:
  • El sirope de lavanda no deja de ser un almíbar parte por parte y es tan simple de hacer como poner todos los ingredientes en un cazo, revolver bien y dejar que rompa a hervir.
  • Justo en ese momento bajamos fuego y lo dejamos cocer unos 15 minutos.
  • Pasado ese tiempo retiramos del fuego, lo tapamos con papel film y lo dejamos enfriar completamente. Reservamos.

Elaboración del refresco de limón y lavanda:
  • Lo primero que tenemos que hacer es colar el sirope de lavanda, ya frío, y ponerlo en una jarra. (Ojo, que tenga capacidad para más de 1 litro).
  • Exprimimos el zumo de limón, lo colamos, lo añadimos a la jarra y mezclamos bien con una cuchara.
  • Justo en el momento de servir añadimos hielos, el agua con gas o sifón, revolvemos bien y a disfrutar.

domingo, 16 de julio de 2017

Brioche de limón confitado y chocolate blanco

Dicen que el desayuno es la comida más importante del día, así que ahora que muchos estáis de vacaciones vamos a preparar uno de lujo. Harina, leche, azúcar, mantequilla, huevos y levadura fresca es todo lo que necesitamos para arrancar un brioche, dulce típico francés, ligero y esponjoso. Como os digo, esos son los ingredientes básicos, con los que conseguiremos una fina corteza dorada y una miga amarilla, pero luego se le pueden añadir otros ingredientes para enriquecerlo y darle un toque de sabor. 

Y eso es lo que vamos a hacer nosotros, añadir a la masa base unos trocitos de limón confitado y de chocolate blanco, una combinación que a mí, personalmente, me encanta. Si preferís podéis utilizar chocolate negro y naranja confitada, o trocitos de guinda, o nueces, o pistachos y chocolate blanco, que también es una combinación que queda estupenda. Eso sí, para aseguraos el éxito de la receta tenéis que aseguraos de no introducir demasiada carga en la masa, porque si no a nuestros brioches les costará levantarse al fermentar, por mucha levadura que hayamos añadido. (Ojo, que no digo que haya que incorporar mucha levadura en la receta, con los 20 gramos que pone en la receta llega más que de sobra).

A parte de eso, sólo hay dos secretos para conseguir un brioche digno de las mejores boulangeries de París. El primero, que la mantequilla sea de muy buena calidad (y si conseguimos huevos de aldea, ya de lujo). Y el segundo, que la temperatura de la masa durante el amasado no supere los 25ºC. Esto no es un capricho; la mantequilla empieza a fundirse a partir de los 28ºC, y si eso pasara durante el amasado la masa se cortaría y ya no tendríamos forma de arreglarla. Para evitar que esto pase poned la leche, los huevos y la mantequilla fríos, directamente de la nevera. Tened en cuanta que en masas fermentadas como esta de brioche, el amasado va a ser largo, por lo que os vendrá genial ayudaos de una máquina que tenga accesorio de gancho.

Si no tenéis esta máquina, no pasa nada, podéis hacerlo con las manos, pero dejando reposar la masa durante el amasado, antes de incorporar la levadura, para evitar que se os caliente demasiado, pero recordad que el amasado tiene que ser largo e intenso, para conseguir masas elásticas y suaves. Así que no hay escusa para no intentarlo, precalentad el horno, que empezamos.

Ingredientes:
  • 500 g de harina de fuerza
  • 50 g de leche entera fría
  • 20 g de levadura fresca
  • 285 g de huevos fríos
  • 10 g de sal
  • 40 g de azúcar
  • 350 g de mantequilla fría
  • 150 g de limón confitado
  • 150 g de gotas de chocolate blanco
  • Huevo para pintar

Elaboración:
  • Ponemos el agua, la levadura, la harina, los huevos, el azúcar y la sal en el cuenco de la amasadora, y montamos el accesorio gancho.
  • Mezclamos a velocidad baja hasta que la masa se despegue de las paredes del cuenco.
    Es el momento de añadir la mitad de la mantequilla fría y amasar a velocidad media.
  • Cuando la mantequilla esté integrada añadimos el resto y seguimos amasando a velocidad hasta que la masa se despegue de las paredes. (Tened cuidado de que la masa no se caliente demasiado).
  • Añadimos el chocolate blanco y el limón confitado y volvemos a amasar a velocidad media, lo justo para que todo se integre.
  • Ponemos la masa, que será pegajosa, en un cuenco, la tapamos con film transparente y dejamos reposar unas 2 horas a temperatura ambiente. (Después de esta primera fermentación podemos congelar la masa de brioche).
  • Pasado ese tiempo metemos nuestra masa en el frigorífico por lo menos durante una  1 hora. (Lo ideal sería dejarla de un día para otro y si os sale algún plan no os preocupéis porque la podéis mantener en el frigorífico hasta 24 horas).
  • Cuando haya pasado ese tiempo sacamos la masa de la nevera y cortamos piezas de 50 g de brioche.
  • Sobre una superficie ligeramente enharinada (enharinaos también un poco las manos) boleamos cada pieza dejándola lo más apretada que podamos.
  • Untamos unos moldes de magdalenas con mantequilla y colocamos las bolitas de masa en ellos, con la parte más lisa hacia arriba. 
  • Dejamos que nuestros brioches levan durante más o menos 1 hora, tapados con un paño y en un sitio sin corrientes de aire y calentito. El tiempo es orientativo, cuando casi hayan doblado su tamaño inicial ya están listas. Un brioche muy fermentado tiene tendencia a perder sabor y a secarse con rapidez una vez los hemos sacado del horno. Y claro, eso no nos interesa.
  • Cuando estén listos pintamos los brioches con el huevo batido, con mucho cuidado para que no bajen.
  • Horneamos los brioches durante 5 minutos en el horno precalentado a 180ºC. Pasado este tiempo bajamos la temperatura a 160ºC y los horneamos durante unos 10 minutos más.
  • Sacamos los brioches del horno, dejamos que se templen, desmoldamos y dejamos que se enfríen completamente.
  • Ya sólo nos queda probar nuestros brioches y disfrutar.