domingo, 17 de mayo de 2015

Pan crujiente (y hueco) relleno de ensaladilla rusa


Hace un par de fin de semanas estuve en Madrid, donde estudié la carrera y trabajé algunos años. No me llegará la vida para agradecer a mis padres aquellos años (sí, ellos me pagaron la carrera, el piso, la comida, la ropa, las copas...), porque además de formarme y aprender desenvolverme por la vida, hice grandes amigos que aún me duran y salí mucho de fiesta. Muchísmo. Y aún así saqué bien la carrera, eh.

Antes de empezar la noche, o para terminarla, si el sábado se alargaba mucho y acabábamos (o empezábamos el domingo) en el Rastro y La Latina, solíamos ir de cañas. Esas cañas que tan bien tiran en Madrid y que siempre van acompañadas de un pintxo o tapa.

Pues bien, hace un par de fines de semana, en un bar de la Cava Baja, me pusieron con la caña una paloma, que hacía siglos que no comía. Una paloma no es más que una corteza con ensaladilla rusa encima, pero siempre me ha parecido un bocado delicioso, con el crujiente de la corteza y la cremosidad de la mayonesa y la ensaladilla rusa.

De vuelta a casa se me ocurrió que podía hacer una versión de ese aperitivo, pero dándole una vuelta, haciéndolo un poco más sofisticado, y decidí hacer una de las recetas que más quebraderos de cabeza me ha dado. La idea es conseguir unas bolas de masa fina y crujiente, huecas, que luego rellenaremos y que cada comensal romperá en la mesa descubriendo el relleno que alberga dentro.

Yo he optado por la ensaladilla rusa, por esos recuerdos madrileños, pero podéis rellenarlo de ensalada de hojas verdes o cualquier otra cosa que se os ocurra. No os voy a dar la receta para la ensaladilla rusa, porque asumo que cada familia tiene la suya. De hecho, la mía es diferente de la de mi padre, soy así de descastada. La mía lleva patata, zanahoria, guisantes, judías verdes, bonito, huevo cocido, aceitunas, pimiento verde y cebolla finamente picada, además de mezclar la mayonesa con ketchup. Pero vosotros, a vuestro aire.

La receta que os propongo hoy no es fácil, amiguitos. Bueno, en realidad es muy sencilla de hacer, sólo se trata de una masa de pan simple que luego estiraremos con un rodillo. Lo complicado es conseguir que esos discos de pan se hinchen luego en el horno y queden huecos. La primera vez que lo intenté no lo conseguí con ninguno. ¡Con ninguno! Puede que a vosotros os pase lo mismo, pero no desesperéis. No conseguiréis el impacto visual, la sorpresa de presentar un pan que luego el comensal romperá en la mesa, pero tendréis unos panecillos crujientes y deliciosos para acompañar la esaladilla rusa, patés o un buen humus.

Ingredientes:
  • 250 g de harina
  • 5 g de levadura freca
  • 10 g de sal
  • 175 g de agua

Elaboración:
  • Empezamos frotado la levadura con la harina, para hacerla miguitas.
  • Añadimos la sal y el agua y empezamos a mezclar todos los ingredientes.
  • Llegó el momento de amasar. Podéis hacerlo con ayuda de una amasadora o a mano. A mano es más fácil de lo que pensáis. Basta con hacer unas cinco tandas de micro amasados y dejar un reposo de un cuarto de hora entre ellos: sin sacar la masa del bol la plegáis unas cuatro veces sobre sí misma y la dejáis descansar. Os asombrará ver lo que el reposo puede hacer con la masa. (Eso sí, o olvidéis repetir esta operación otras cuatro veces).
  • Cuando hayamos acabado con el amasado tapamos el bol con film transparente y la dejamos reposar unos 20 minutos.
  • Mientras dejamos que repose precalentamos el horno a 250ºC, con la bandeja o la piedra sobre la que vamos a hacer los panes dentro. (Es muy, muy, muy importante que el horno esté bien caliente cuando metamos los panes dentro, o no subirán).
  • Pasado el tiempo de reposo sacamos con cuidado la masa del bol, la ponemos sobre una superficie enharinada y la dividimos en piezas de unos 40 gramos.
  • Formamos una bola con cada una de las piezas y las dejamos reposar, cubiertas con un paño, unos 10 minutos.
  • Limpiamos bien la superficie de trabajo y la enharinamos. Sí, amigos, hay que limpiarla para volverla a ensuciar, porque cualquier resto de masa que se pegue a nuestra bolita evitará que luego suba en el horno.
  • Con ayuda de un rodillo extendemos bien nuestra bola de masa, hasta obtener un disco de unos dos milímetros de grosor. Dar varias veces la vuelta al disco según lo estáis formando, para que no se pegue. (Hornearemos uno o dos panes cada vez, así que mientras unos están en el horno podemos ir estirando los siguientes).
  • Metemos uno o dos discos de pan en el horno lo más rápido que podamos y los horneamos durante unos 3 o 4 minutos, hasta que estén hinchadas y de un color marrón dorado. (Las bolas deberían hincharse y aumentar de tamaño rápidamente, si no es así, lo siento, algo hemos hecho mal).
  • Sacamos con cuidado nuestros panes del horno y los dejamos enfriar completamente sobre una rejilla.

Para servir:
  • Justo antes de servir mojamos la base de nuestro pan y con un cuchillo bien afilado, con mucho cuidado, recortamos un círculo. 
  • Lo lo hagáis ni muy grande, ni muy pequeño, pero recordad que el relleno tiene que entrar por él. 
  • Tened cuidado al rellenar los panes, sería una pena que se nos rompieran en el último minuto.

Degustación y conservación:
  • Cuando mejor está esté pan es 3 o 4 horas después de salir del horno, pero no pasa nada si se preparan con más antelación.
  • Pueden conservarse perfectamente crujientes durante dos días en un recipiente metálico y bien cerrado.
 

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