La verdad es que no conozco a nadie a quien no le guste la comida mexicana. Podrá gustarles con más o menos picante, pero les gusta. A mí, desde luego, me encanta, así que nunca desaprovecho la oportunidad de ir a un restaurante mexicano. De hecho, tengo grandísimos recuerdos de mis años de estudiante y primeros trabajos en Madrid, cuando mi gran amiga Vero (voy a aprovechar para recomendaros su libro; Ariel y el asesino de mujeres) íbamos al cine y a cenar a La Mordida. Salvo honrosas excepciones, si la película le entusiasmaba a ella, a mí no demasiado. Si me encantaba a mí, a ella no le decía mucho. Y aún así nos queríamos (y queremos, a pesar de que no nos vemos todo lo que nos gustaría) y éramos capaces de pasar horas hablando de la película en cuestión delante de unos nachos con guacamole, un pollo flor y un plato de cochinita pibil. ¡Qué recuerdos!
Y si el antojo ya es mucho, y no hay un restaurante mexicano cerca, me pongo manos a la obra y me preparo algo en casa. Por eso siempre tengo en mi despensa cosas como tortillas de trigo o maíz, achiote, chiles en conserva o mole.
Sí, mole. Y lo vamos a utilizar para esta receta. Aunque en México utilizan la palabra mole para referirse a cualquier salsa elaborada a base de chiles y especias, cuando en España decimos mole normalmente nos referimos al mole poblano, que además de especias, chiles, semillas y almendras incluye chocolate en su elaboración. Preparar tu propio mole tiene que ser una experiencia maravillosa, pero es bastante complejo y nos resultará bastante difícil encontrar alguno de sus ingredientes en el mercado, así que si te gusta (y digo si te gusta porque tiene un sabor bastante peculiar, con un regusto picante. Hay que probarlo al menos una vez en la vida, y luego ya se decide) una buena opción es comprar la pasta para prepararlo. Este es el primer atajo al que hace referencia el título de la noticia.
El segundo, que utilizaremos las sobras de un pollo asado para elaborarlo. Así que en esta receta no os voy a poner cantidades, todo dependerá de la cantidad de restos de pollo que tengáis. Yo, para una pechuga que tenía, he utilizado un tercio de pimiento rojo, un tercio de pimiento verde y una cebolla mediana entera. El bote de mole lo he hecho entero, pero con la mitad llegaba más que de sobra. No pasa nada, seguimos con la cocina de aprovechamiento y lo utilizaré para unos huevos. Con esto me ha dado para tres tortillas, de las medianas (normalmete en el super encontramos tres tamaños. Yo las grandes nunca las compro, porque me parecen demasiado grandes). Con esto, en mi casa, comemos dos personas, porque llenan bastante, pero si vosotros sois de mejor comer...
Nos ponemos a cocinar. ¡Ándale!
Ingredientes:
- Sobras de pollo asado
- Un trozo de pimiento verde
- Un trozo de pimiento rojo
- Cebolla
- Un bote de mole
- Caldo de pollo
- Queso rallado
- Sésamo
- Tortillas de trigo
Elaboración:
- Para empezar cortamos los pimientos en cuadraditos y las cebollas en aros que luego partiremos en cuartos. Lo ponemos en una sartén con un poco de aceite y sal y dejamos que se pochen a fuego lento. (A fuego lento. Esto es lo que más tiempo os llevará de toda la receta, así que tened paciencia. Queremos una verdura suave, no demasiado tostada)
- Quitamos la piel y los huesos a nuestras sobras de pollo y lo troceamos. Ni muy grade, ni muy pequeños. Yo lo hago directamente con las manos, pego un pellizco, arranco y listo.
- Mezclamos el pollo y su salsa con la mezcla de cebolla y pimientos, cocemos todo junto un par de minutos y reservamos.
- Llegó la hora de hacer el mole. Tan sencillo como abrir el bote de mole y echarlo en un cazo. Llenamos el bote de caldo y lo incorporamos al cazo. Repetimos esta operación otras dos veces (vamos, que por una medida de pasta de mole necesitamos tres de caldo) y cocemos a fuego lento y sin dejar de remover hasta que hierva. (Es importante remover continuamente, porque se quema con mucha facilidad).
- Nos toga ahora rellenar las tortillas de trigo con la mezcla de pollo y verduras y enrrollamos. Las ponemos en una fuente que pueda ir al horno y las cubrimos con la salsa de mole.
- Rematamos con un poco de queso rallado y sésamo, y metemos al horno a 180ºC durante unos 15 minutos, o hasta que el queso esté fundido y dorado.
- Ya sólo nos queda sacarlo del horno y comerlo caliente. Yo suelo acompañarlo con guacamole, pero a vuestro gusto.