Cuando era pequeña pensaba que lo que había en los escaparates de las pastelerías de Bilbao existía en todo el mundo. Ni siquiera mis veranos gallegos, en los que jamás vi en las pastelerías carolinas, bollos de mantequilla, pasteles de arroz o palmeras de coco levantaron en mí la más leve sospecha de que eso no era cierto. Quizá porque a mí lo que me llamaba la atención de la pastelería a Ponte de Sanxenxo eran las tartitas de almendra y los ratones de masa de pasta de té y chocolate, que en Bilbao no había...
La triste realidad se reveló ante mí cuando fui a estudiar la carrera a Madrid y en el primer ataque de nostalgia que me entró no pude encontrar palmeras de coco. En ninguna pastelería. En la mayoría ni siquiera sabían de qué les hablaba. Y en Gijón, donde vivo ahora, más de lo mismo.
Es curioso que este dulce me guste tanto, porque la verdad es que no soy muy amante del hojaldre. Ni de comerlo, ni de hacerlo. Creo que la vida es demasiado corta como para gastarla haciendo hojaldre, algo que me parece difícil, aburrido y que nunca proporciona los resultados deseados (al menos en mi caso, porque conozco un par de personas que hacen en casa y con sus propias manos un hojaldre realmente bueno). Así que yo lo compro siempre refrigerado, pero vosotros os podéis lanzar a preparar hojaldre en casa, que nadie os quite la ilusión...
Nos ponemos ya con esta receta, que a pesar de tener un ingrediente tan tropical como el coco, tiene todo el sabor de Bilbao. (Por cierto, detractores del coco, sigo sin entenderos. Aunque os respeto).
Ingredientes:
- 1 paquete de hojaldre (el de Lidl refrigerado, no congelado, es el que mejor resultado da de todos los que he probado)
- Azúcar para trabajar la masa
- 125 gr de mantequilla
- 75 gr de azúcar glass
- 40 gr de coco rallado, más el necesario para montar las palmeritas
Elaboración:
- Salpicamos una superficie de trabajo limpia con azúcar y ponemos encima nuestro hojaldre. Echamos más azúcar encima de la masa y pasamos el rodillo con suavidad, para que el azúcar se integre bien.
- Ahora cogemos un extremo del hojaldre, de los del lado más largo, y lo llevamos hasta el centro de la masa. Hacemos lo mismo con el otro extremos, espolvorear con azúcar y volvemos a pasar el rodillo por encima con suavidad.
- Repetimos la operación anterior otras dos veces y con un cuchillo bien afilado cortamos rodajitas de hojaldre de un centímetro de grosor. (Ojo, haced el corte con seguridad, porque si "aserráis" el hojaldre no se desarrollarán bien las capas)
- Como veis en las fotos yo no no he echo, pero si antes de colocar las palmeritas en una placa de horno forrada con papel vegetal dobláis los extremos de arriba hacia fuera, quedan mucho más bonitas.
- Horneamos a 190º C (no os olvidéis de precalentar el horno al menos un cuarto de hora antes), hasta que las palmeras estén doraditas. Entonces las sacamos del horno y las dejamos enfriar sobre una rejilla.
- Mientras tanto, batimos la mantequilla con el azúcar glass y los 40 gramos de coco, hasta obtener una crema y reservamos.
- Cuando las palmeritas estén completamente frías las untamos con la mantequilla de coco y luego las pasamos por coco rallado (pasamos por coco la parte que hemos untado con la mantequilla, por la otra sería un poco pérdida de tiempo, ya que no se va a pegar...) Y ya están listas para comer.
Conservación:
- Si no hace mucho calor, se conservarán perfectamente cinco o seis días, dentro de una caja de lata.
- Ni se os ocurra congelar estas palmeritas. No quedan nada bien...
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