domingo, 10 de julio de 2016

Pastel de arroz, recuerdo del que hacía mi madre



Casi todo el mundo dice “como las croquetas de mi madre, ningunas”, “el mejor cocido, el de mamá”, “tortilla más rica que la de mi madre no he probado en mi vida”, y cosas así. Pues bien, yo no puedo decir eso, porque la verdad es que en mi madre se le ve bastante poco entre fogones, y de darnos de comer en casa siempre se ha ocupado mi padre. Que tampoco pasa nada, porque no sé dónde está escrito que son las madres las que tienen que cocinar y limpiar los cristales de toda la casa. Como os digo, mi madre se mete bastante poco entre fogones, pero sí que se acerca al horno de vez en cuando para hacer sus dos grades especialidades; tarta de manzana y pastel de arroz.
Y la del pastel de arroz es la receta que traemos hoy. No tengo ni idea de dónde viene su nombre, porque no lleva ni un grano de arroz entre sus ingredientes, pero yo creo que en todas las casas de Bilbao y alrededores es una elaboración que está en el recetario de todas las madres y amamas (abuelas). Eso sí, el pastel de arroz que se hace en casa, por lo general, no es igual que esos pasteles de arroz individuales que son tan de Bilbao y todas las señoras de cierta edad, con sus pieles, sus joyas y sus cardados van a merendar a las pastelerías de la villa. Yo espero llegar a ser una de esas señoras, sólo que en vez de abrigo de pieles llevaré chupa de cuero, en vez de joyas bisutería y den lugar de cardado de peluquería llevaré unas mechas azules y la gente murmurará a mi paso, "por Dios, si no tiene edad". Y, probablemente cambiaré los pasteles de arroz por palmeras de coco. O una cosa los días pares y otra los impares.

Pues bien, esos pasteles de arroz son algo así como los pasteles de Belém, con su base de hojaldre y la crema cuajada, aunque los nuestros, pese a estar casi igual de buenos, son un poquito menos finos, la verdad. El pastel de arroz que se hace en casa no suele llevar la base de hojaldre, o al menos el de mi madre nunca lo llevó. Pero cuentan con una capa dorada y crujiente por encima, que se consigue gracias a la cocción a baj temperatura, y que aporta un contraste maravilloso con la base densa, suave y cuajada que compone el cuerpo del pastel.

Esta es mi versión del pastel de mi madre, porque aunque no estoy segura dudo mucho que ella separara yemas y claras, para montar estas últimas a punto de nieve. Para mí que lo batía todo junto y listo, pero da igual. Lo que importa es que este pastel de arroz me trae recuerdos de infancia, imágenes de las pocas veces que he visto a mi madre entre fogones, y el convencimiento de que como el pastel de ama, de mamá, ninguno.

Ingredientes:
  • 200 ml de nata (de la de montar, por lo menos 35% MG)
  • 200 ml de leche
  • 3 huevos
  • 110 g de harina
  • 170 g de azúcar
  • 50 g de mantequilla

Elaboración:
  • Para empezar separamos las claras y las yemas  y montamos las claras a punto de nieve. 
  • En un bol grande echamos las nata, la leche, los huevos, la harina tamizada y la mantequilla derretida y batimos bien con una minipimer, hasta obtener una crema lisa y homogénea. 
  • Mezclamos esta crema con las claras a punto de nieve, poco a poco y removiendo con una espátula y de arriba a abajo, para evitar perder el aire que hemos incorporado a las claras. 
  • Echamos la mezcla en un molde previamente engrasado y enharinado y lo cocemos en el horno precalentado a 160ºC, durante 75-90 minutos, hasta que esté bien cuajado y se forme una costra de un tono dorado. (Si veis que se está poniendo muy oscuro tapadlo con papel albal y seguid la cocción como si nada). 
  • Sólo nos queda dejar enfriar el pastel completamente antes de servirlo y disfrutar.




 


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