No podía dejar que pasara la Semana Santa sin compartir con vosotros una receta se bacalao, tan propia de estas fechas. Y es que en tiempos en los que la iglesia católica impuso la abstinencia de carne en estas fechas era muy complicado conseguir pescado fresco en nuestro país, por lo que para España el bacalao, conservado en salazón, se presentaba casi como la única opción. Así pasó de ser un pescado para pobres a convertirse en la estrella de las mesas de vigilia.
A mí el bacalao me encanta en todas sus versiones, pero hoy os propongo una forma sencillísima de prepaearlo; el bacalao dorado o bacalhau á Brás, nombre que hace honor al Senhor Bras, que inventó el plato en Lisboa hace ya unos cuantos años. Y tanto gustó en la ciudad que en algunas cartas también podemos encontrarlo como bacalao a la lisboeta.
Es cierto que va a ser difícil que consigamos en nuestra cocina un bacalao tan rico como el que nos cocinarían en Lisboa, entre otras cosas porque no nos lo comeremos con vistas al Tajo, ni rodeados de esa saudade que lo inunda todo. Aún así os prometo que, aunque no seáis expertos entre fogones, conseguiréis un resultado más que digno si seguís la receta. Así que vamos a ello.
Ingredientes:
- 300 g de migas de bacalao desalado
- 3 patatas
- 1 cebolleta
- 2 dientes de ajo
- Un poco de agu
- 3-4 huevos
- Aceite de oliva
- Sal
- Aceitunas negras
Elaboración:
- Lo que tenemos que hacer es desmenuzar las migas de bacalao, previamente desaladas.
- Una vez desmenuzados, cocemos durante dos minutos los trozos de bacalao y los escurrimos.
- Pelamos las patatas y, con una mandolina o un cuchillo bien afilado las cortamos en tiritas finas.
- Lavamos las patatas con agua templada y las dejamos un rato en remojo, para que no se peguen cuando las friamos.
- Mientras, salteamos la cebolleta cortada muy fina hasta que esté blandita, añadimos los trozos de bacalao.
- Machacamos los dientes de ajo en un mortero con un poco de sal, añadimos un poco de agua y los sofreímos con el bacalao, hasta que el pescado esté casi hecho. Reservamos.
- Escurrimos bien las patatas y freímos hasta que estén doradas y crujientes. Les quitamos el exceso de aceite sobre un papel absorbente e inmediatamente las mezclamos con el sofrito de cebolla y bacalao.
- Llegó el momento de añadir los huevos, batidos previamente, removiendo hasta que empiecen a cuajar, y sólo hasta que empiecen a cuajar. De lo que se trata es de que el plato quede jugoso.
- Para terminar sólo nos queda servirlo en una fuente, espolvorearlo con perejil picado y decorarlo con unas aceitunas negras cortadas en rodajas.
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