domingo, 25 de octubre de 2015

Pollo al curry


Otra receta de pollo, sí. Qué queréis que le haga, es que a mí me gusta bastante más el pollo que la carne roja o la de cerdo. Y de momento no he notado cambios en mi sexualidad ni me he quedado calva. Pero a lo que vamos, hoy nos alejamos de las recetas clásicas españolas y nos vamos a una clásica de la India, o de lo que los ingleses, que fueron quienes la trajeron a Europa, nos dijeron que era la cocina india. Hoy preparamos pollo al curry.

La verdad es que en mi casa jamás se ha preparado este plato. De hecho creo que no lo probé hasta que llegué a la universidad y, a pesar de que estaba hecho sólo con ese polvo amarillo que venden en bote, me encantó. Una compañera de piso lo traía en tupper cada vez que iba a pasar el fin de semana a casa. Se lo hacía la madre y cada vez que abrías la nevera olía a pollo al curry. Después de calentarlo en el microondas, la casa olía a curry durante horas. Todavía hoy, cada vez que lo como, mi mente se traslada a aquel piso de Madrid.

Para la mayoría de nosotros el curry es una especia que se vende en tarritos en el supermercado, pero en realidad es el plato nacional en varios países de Asia. La palabra curry proviene del indio "kari" y significa "salsa". Así que, basicamente, es una salsa muy especiada, a base de múltiples ingredientes, que al parecer surgió en la India como una forma de mejorar el sabor de sus carnes, pescados y verduras, y además ayudar a conservarlos. Cada familia muele sus especias, consiguiendo una mezcla única, que luego se mezcla con verduras, leche de coco, yogur o almidones para crear diferentes pastas.

Nosotros no vamos a ser tan atrevidos, y vamos a partir de ese curry molido que se vende en el super, pero lo vamos a alegrar un poco con otras especias, para darle nuestro toque personal. La leche de coco o el yogur yo lo voy a sustituir por leche evaporada, porque me parece que así se consigue un plato menos pesado, pero a vuestro gusto. No tengáis miedo y experimentad. Para acompañar, un poco de arroz blanco o pan naan, y listo, ya tenemos un plato completo. Vamos a ello.

Ingredientes para dos personas:
  • 2 pechugas de pollo
  • 1 cebolleta
  • 1 diente de ajo
  • 1 cayena
  • 1 cucharada de tomate frito
  • 2 cucharaditas de mezcla de especias para curry
  • 1 cucharadita de cúrcuma molido
  • 1 cucharadita de jengibre molido
  • 1/2 cucharadita de comino molido
  • 200ml de leche evaporada
  • Sal
  • Pimienta
  • Cilantro o perejil fresco

Elaboración:
  • Empezamos por picar la cebolleta, el diente de ajo, y la cayena (sin las semillas) muy finos.
  • Pochamos la cebolleta a fuego lento, y cuando empiece a estar transparente le añadimos el ajo y la cayena. 
  • Cuando el ajo empiece a estar cocinado agregamos el tomate frito, removemos bien y dejamos que se cocine todo junto un par de minutos.
  • Llegó el momento de incorporar todas las especias, remover, y dejar la mezcla un minuto al fuego. (Si utilizáis jengibre fresco incorporadlo junto con el ajo y la cayena).
  • Incorporamos las pechugas de pollo, cortadas en daditos de bocado, salpimentamos y cocinamos a fuego fuerte hasta que esté bien sellado y dorado.
  • Bajamos a fuego medio y cubrimos el pollo con la leche evaporada. Dejamos que se cocine todo junto unos minutos, hasta que la salsa haya reducido un poco. (No os paséis de cocción, o el pollo os quedará seco).
  • Solo queda servir con cilantro o perejil fresco picado y acompañado, por ejemplo, de arroz blanco.

http://pelinti.blogspot.com.es/2015/10/tomate-frito.html?m=1

domingo, 18 de octubre de 2015

Tomate frito

Hoy os proponemos una receta de esas de fondo de despensa; el tomate frito. No hay nada más socorrido que cocer un poco de pasta y abrir un bote de tomate, así que todos solemos tenerlo en casa. Y habitualmente lo compramos en el supermercado. Pues bien, hacerlo en casa tampoco lleva tanto trabajo, y además podemos hacer bastante cantidad y congelarlo o hacer conserva con él, para tenerlo siempre a mano.

Ahora voy a hacerme la culta, ¿vale? El tomate es una fruta, no una verdura u hortaliza, que llegó a Europa después del descubrimiento de América. Y aunque ahora sea un elemento habitual de nuestra dieta, al principio no se comía, se utilizaba como planta ornamental.

Variedades de tomate hay muchas, y han ido surgiendo a lo largo de los años, fruto de diferentes mezclas e injertos. De hecho, la variedad que se introdujo en Europa era de color amarillo y parecida a una manzana, de ahí que en italiano el tomate se llame "pomodoro", manzana de oro. Los españoles, sin embargo, cogimos el nombre del tomate prestado del nahualt, una lengua azteca, que llamaba a este fruto "tomatl", que significa fruta hinchada.
la variedad de tomate introducido era originalmente de color amarillo. Además, por su forma, semejante a la de algunas manzanas explica el porqué de su nombre en italiano. El nombre también hace referencia a su origen, pues las líneas de investigación sitúan el origen exacto del tomate en El Dorado, México.

En nuestro país, el nombre de tomate proviene del nahuatl (lengua azteca). Llamaban al tomate "tomatl", que significa "fruta hinchada". En Francia se le conoció como pomme d´amour porque se creyó que poseía propiedades afrodisíacas. En Alemania, cuando sólo era una planta ornamental se le denominó tollapfel o manzana loca.
- See more at: http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/curiosidades/2003/07/15/63205.php#sthash.NUPX3lYf.dpuf
la variedad de tomate introducido era originalmente de color amarillo. Además, por su forma, semejante a la de algunas manzanas explica el porqué de su nombre en italiano. El nombre también hace referencia a su origen, pues las líneas de investigación sitúan el origen exacto del tomate en El Dorado, México.

En nuestro país, el nombre de tomate proviene del nahuatl (lengua azteca). Llamaban al tomate "tomatl", que significa "fruta hinchada". En Francia se le conoció como pomme d´amour porque se creyó que poseía propiedades afrodisíacas. En Alemania, cuando sólo era una planta ornamental se le denominó tollapfel o manzana loca.
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Tras el paréntesis cultural nos metemos en la cocina, nos ponemos el delantal y empezamos a elaborar nuestro tomate frito casero.

Ingredientes:
  • 2 k de tomate pera maduros
  • 1/2 cebolla
  • 1 ajo
  • Unas hojas de albahaca fresca
  • Unas hojas de orégano fresco
  • 4 cucharadas soperas de aceite de oliva (a poder ser, virgen extra)
  • 2 cucharadas soperas de azúcar
  • 1 cucharadita de postre de sal

Elaboración:
  • Empezamos pelando y cortando la cebolla y el ajo en trozos. No hace falta que sean muy pequeños, porque luego lo trituraremos, peto tampoco los dejéis muy grandes.
  • Echamos una cucharada de aceite en una sartén grande y pochamos en ella la cebolla y el ajo. Cuando ya estén transparentes, añadimos las hojas de albahaca y orégano, damos unas vueltas y reservamos.
  • Ponemos agua a hervir en un cazo grande y mientras vamos haciendo un corte en forma de cruz en el culo de los tomates.
  • Cuando el agua esté hirviendo sumergimos los tomates en ella durante 20 segundos, los sacamos y los refrescamos con agua fría. 
  • Para pelarlos sólo tendremos que tirar de una esquina de la cruz que hemos hecho en el culo de los tomates y la piel saldrá sola. 
  • Quitamos la parte dura del culo de los tomates, los troceamos y los trituramos con la cebolla, el ajo y las hierbas aromáticas. ¿Cuánto hay que triturarlos? Eso va un poco al gusto, dependiendo de si os gusta encontraros trocitos o no.
  • En la sartén en la que hemos pochado la cebolla echamos las otras tres cucharadas de aceite y cuando esté caliente añadimos el tomate triturado, la sal y el azúcar. con el aceite de oliva virgen extra y cuando esté caliente, retirarlo del fuego. 
  • Bajamos a fuego medio y dejamos que vaya cociendo, al principio tapado con una tapa, porque salta bastante. Hay que revolver cada 5 o 10 minutos para que no se queme, y en cuanto empiece a espesar, pasados unos 20 0 25 minutos, ya podemos quitar la tapa.
  • Dejamos cocer más o menos otros 30 minutos a fuego medio, dependiendo de la cantidad de agua que tengan nuestros tomates. El tiempo, como siempre, es un poco orientativo, según la textura que queráis conseguir.



domingo, 11 de octubre de 2015

Curd de limón


No sé si lo sabíais, pero soy super fan de la hora del té.Y no sólo porque está bien visto que en ese momento te pongas morada, también porque es un acto social en sí mismo que me parece apasionante, en el que conviven familias, grupos de amigas solteras, parejas, abuelitas que acaban de salir de jugar al bridge y cada vez más grupos de hombres que se comportan en el salón de té con la misma naturalidad que si estuvieran en la barra del pub. De hecho, yo importaría el afternoon tea y lo instauraría como una meriendacena en toda regla. Retrasando un poco el horario, eso sí, porque no nos veo en España tomando té y pasteles entre las cuatro y las cinco de la tarde.

Yo, soy más de salado que de dulce, así que cuando estoy en Londres, Glasgow o Edimburgo y vamos a un salón de té me tiro directamente a los finger sandwich (sí, el de pepino también me encanta), pero para mí un afternoon tea no está completo sin los scones. Y los scones no están completos sin mermelada, clotted cream y lemon curd. Pues bien, esa crema de limón, mi acompañamiento favorito para los scones, es la que vamos a hacer hoy.

La palabra “curd” significa cuajada. Y es que la clave para que nuestra crema de limón quede perfecta es cuajar los huevos con el azúcar y la mantequilla, calentándolos hasta conseguir una crema espesa. También hay que encontrar el equilibrio entre el dulce y el ácido, pero tranquilos, que no es difícil; con estas cantidades (que dan para tres botes de los de mermelada) siempre se acierta. A mí me gusta de limón, pero podéis hacerla de lima, naranja o mandarina. Vamos allá.

Ingredientes:
  • 6 huevos XL
  • 300 g de azúcar
  • 175 ml zumo de limón
  • 110 g de mantequilla fría
  • Ralladura de limón

Elaboración:
  • Para empezar ponemos los huevos y el azúcar en un bol de cristal y batimos bien, hasta que el azúcar esté casi disuelto. 
  • Agregamos el zumo de limón y batimos de nuevo, hasta que esté todo bien integrado. 
  • Colocamos el bol sobre una cazuela con agua, para cocer la crema al al baño María. (No pongáis el fuego muy alto, queremos que la crema espese, no huevos revueltos).
  • Removemos continuamente con unas varillas o una espátula, hasta que la crema haya espesado. (Echadle paciencia, porque unos 20 minutos no os los quita nadie. y tened en cuenta que al enfriar espesará aún más)
  • Cuando tengamos una crema espesa y consistente retiramos el bol del fuego y dejamos templar. 
  • Cuando ya esté templado (templado, no menos caliente) añadimos la mantequilla fría cortada en trocitos y revolvemos suavemente, hasta que se funda y se integre por completo en la crema.  
  • Llegó el momento de añadir la ralladura de limón y mezclar bien la crema de nuevo. 
  • Sólo nos queda llenar unos botes con ella y disfrutar.

Conservación:
  • Esta crema de limón aguanta perfectamente dos semanas en la nevera, siempre que mantengáis la tapa del bote bien cerrada.
  • También se puede congelar o hacer en conserva.


domingo, 4 de octubre de 2015

Pan de bicarbonato (extra rápido)


Lo típico, que estas en casa una noche y de repente se te antojan unos huevos fritos para cenar. El plan parece perfecto, porque todo el mudo tiene huevos en la nevera, pero, ¡horror!, no hay pan. Y ya no son horas de salir a comprarlo a ninguna parte. No os preocupéis, porque si sois capaces de aguantaros las ganas durante una hora corta, tenéis pan.

Sí, amiguitos, pan de soda o bicarbonato. Un pan con larga tradición en Irlanda y que no necesita levadura, ni fermentación, ni apenas amasado. Tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. Al no tener tiempo de levado no vamos a conseguir un pan con miga esponjosa y alveolada, os lo digo porque sé que entre los panarras hipsters, culturetas, foodies y enterados eso de que la miga tenga mucho agujero está muy valorado. La miga del pan de soda va a ser compacta y densa, que no es lo mismo que pesada, ojo. Al menos si está bien hecho. Por eso os insisto en que no amaséis demasiado.

Yo lo he hecho mezclando harina de trigo integral y blanca, pero podéis usarla toda blanca, toda integral o hacer vuestra propia mezcla. Es muy común añadirle copos de avena, pero como yo no tenía le he echado germen de trigo. También lo podéis enriquecer con pipas y semillas, pero no es obligatorio. Si lo hacéis, aseguraos de no pasaros con las proporciones. Y si no os gusta la miel o no tenéis en casa no pasa nada, podéis sustituirla por la misma cantidad de azúcar. Vamos, que el que no hace este pan es porque no quiere.

No os voy a engañar, lo ideal es comerlo el mismo día que se ha horneado, pero si os sobra lo podéis tostar la mañana siguiente y lo desayunáis con mantequilla y mermelada. ¡Riquísimo!

Ingredientes:
  • 300 g de leche entera
  • 2 cucharadas de zumo de limón
  • 300 g de harina panificable integral
  • 150 g de harina panificable de trigo 
  • 15 g de bicarbonato
  • 7 g de sal
  • 50 g de copos de avena (yo no tenía y lo cambié por germen de trigo)
  • 50 g de pipas variadas
  • 15 g de semillas de alcaravea
  • 25 g de miel
  • 10 g de mantequilla fundida

Elaboración:
  • Lo primero que tenemos que hacer es poner la leche en un cuenco y echar sobre ella el zumo de limón. Sí, la idea es que se corte para obtener algo parecido a la buttermilk, así que tenemos que dejarla así unos 15 minutos. Reservamos.
  • En un bol grande ponemos las harina (o la harina, si la hacéis sólo con un tipo), la avena (o el germen de trigo), las pipas y las semillas (si es que habéis decidido ponerlas), el bicarbonato y la sal y lo mezclamos bien.
  • Incorporamos entonces la miel y la mantequilla fundida, y volvemos a mezclar.
  • Llegó el momento de añadir nuestra la leche cortada y volver a mezclar.
  • Sacamos del bol, y sobre una encimera ligeramente enharinada damos un último amasado muy breve (si nos pasamos amasando nos quedará un pan duro), damos forma de bola a la masa, espolvoreamos harina y con un cuchillo de sierra hacemos un corte profundo en forma de cruz.
  • Sin dejar que fermente ni nada, metemos nuestro pan al horno, que tiene que estar previamente precalentado, con calor arriba y abajo. Los 10 primeros minutos hornearemos la hogaza a 240ºC. Pasado ese tiempo bajamos la temperatura a 200ºC y lo dejamos otros 30 minutos, o hasta que esté dorada. 
  • Sólo nos falta sacarlo del horno, enfriar y mojar pan en nuestros huevos fritos.