domingo, 26 de octubre de 2014

Galletas de Halloween



Pues sí, señores ya está aquí Halloween. Seguro que ya os habéis dado cuenta, porque calaveras, brujas y esqueletos se han adueñado de supermercados y escaparates. A mí, personalmente, es una fiesta que no me gusta nada. Y es que puestos a desterrar la fiesta de Difuntos y Todos los Santos e importar una del extranjero, me quedo con el Día de Muertos de México, lleno de colorido, alegría, recuerdo a los que ya no están y buena bebida y comida. Pero al parecer soy la única que piensa así; en un mundo globalizado los estadounidenses siguen copando todo el mercado.

Repito, no me gusta Halloween, pero no he podido escapar a la presión y me he visto obligada a hacer unas galletas para la ocasión. Tampoco me he comido mucho la cabeza, la ocasión no lo merece (que me perdonen los estadounidenses si es que alguno me está leyendo). Una galleta de mantequilla básica, fondant blanco comprado ya hecho (el fondant, otra cosa que está de moda y a la que tampoco le encuentro demasiado sentido) y un poco de glasa real.

Como son fáciles de hacer, si tenéis niños en la familia, podéis pasar una tarde entretenida elaborando estas galletas con ellos. Pero ojo, aunque sean sencillas, saber, saben bien, tampoco nos vamos a engañar. Puede que la capa de fondant sea demasiado para adultos con paladares exquisitos, pero a los niños seguro que les encanta. Y si no, tenéis gente menuda en casa, no os preocupéis, siempre podéis hacerlas con margarina, en vez de mantequilla, y utilizarlas como decoración. Yo creo que si las guardáis en un tupper que cierre herméticamente aguantarán perfectamente hasta el año que viene...

Ingredientes para las galletas:
  • 300 gr de mantequilla atemperada
  • 1 taza de azúcar
  • 5 tazas de harina
  • 2 huevos
  • 1 cucharadita de esencia de vainilla 
  • 1paquete de fondant blanco

Elaboración de las galletas: 
  • Con la ayuda de una batidora batimos la mantequilla (valga la redundancia) hasta que esté cremosa. Sin dejar de batir añadimos el azúcar, los huevos uno a uno y la esencia de vainilla. 
  • Llegará un momento en que la batidora no nos sirva y tendremos que amasar con las manos. Toca remangarse y trabajar la masa hasta que no se nos peque en las manos. Cuando esté lista la dejamos reposar en la nevera durante media hora, porque así será más fácil de trabajar.
  • Sacamos la masa de la nevera, la colocamos entre dos láminas de papel vegetal y con un rodillo la extendemos hasta dejarla, más o menos, en medio centímetro de espesor. 
  • Llegó el momento de cortar las galletas con un cortapastas redondo. Las colocamos en una bandeja de horno forrada con papel vegetal y se meten al horno precalentado a 180ºC durante unos 15 minutos. Todo depende de vuestro horno, así que vigiladlas, porque se queman con mucha facilidad.

Ingredientes para la glasa real: 
  • 250 gr de azúcar glass
  • 6 gotas de limón
  • 1 clara de huevo
  • Colorante en gel negro

Elaboración de la glasa real:
  • Ponemos la clara de huevo en el recipiente de la batidora y añadimos 3 o 4 cucharadas de azúcar glass. Empezamos a batir e incorporamos el zumo de limón.
  • Agregamos el resto del azúcar glass en pequeñas cantidades, sin dejar de batir en ningún momento.
  • Seguimos batiendo hasta que obtengamos una especie de merenge firme, en el que se formen picos bien marcados.
  • Teñimos la glasa con un poco de colorante en gel negro.
  • Truco: recordad que si cogemos el huevo más viejo que tenemos en la nevera nos será más fácil montar la glasa real.

Cómo montar las galletas: 
  • Lo primero es estirar el fondant. Para que no se nos pegue espolvoreamos ligeramente la superficie de trabajo y el rodillo con maizena. 
  • Cuando lo dejemos algo más fino de medio centímetro lo cortamos con el mismo cortapastas con el que hemos cortado las galletas. Cogemos una galleta (tienen que estar bien frías), untamos sobre ella un poco de agua y pegamos nuestro círculo de fondant blanco.   
  • Llega el momento de utilizar la glasa real. Metemos la glasa en una manga pastelera pequeña, cortamos la punta y empezamos formar con ella caritas más o menos terroríficas en nuestras galletas. Yo me he inspirado en Jack Skeleton, el protagonista de "Pesadilla antes de Navidad", de Tim Burton, uno de mis directores favoritos. Pero vosotros podéis decorarlas como más os gusten. 
  • Truco: si no tenéis mangas pasteleras de las desechables, de las de plástico, podéis hacerlas vosotros, creando un pequeño cucurucho, con un poco de... ¡papel vegetal! (Cosa más practica no vi en la vida...)
 Conservación:
  • Estas galletas aguantan perfectamente una semana dentro de una lata bien cerrada o un frasco de cristal que cierre bien. (Este tarro de cristal de las fotos lo veis muy vacío porque ya he regalado unas cuantas galletas a algunos niños.)
 









domingo, 19 de octubre de 2014

Galletas de mantequilla de cacahuete


 Haciendo limpieza y poniendo orden en los armarios de la cocina me encontré un bote de mantequilla de cacahuete. Dado que jamás en la vida he hecho un sándwich de mantequilla de cacahuete y mermelada de uva de esos que salen en las películas, me pregunté que para qué habría comprado aquello. Pero como aún no había caducado decidí utilizarlo en alguna elaboración.

Decidí que lo mejor era hacer unas galletas. Basicamente porque son muy fáciles de transportar y las puedo desayunar por el camino, que últimamente madrugo mucho y sólo de da tiempo a beber un zumo de naranja recién exprimido antes de salir de casa.

Yo os voy a poner aquí la receta básica, pero vosotros, si queréis, podéis enriquecerla incorporando m&m's, trocitos de cacahuete e incluso una pizca de sal gorda por arriba, justo antes de ordenar. Aunque en un primer momento os choque, os aseguro que la combinación de dulce y salado es espectacular. La receta es una guía a seguir, pero vuestra imaginación y vuestros gustos mandan. ¡Adelante!

Ingredientes:
  • 270 g de harina(yo la he utilizado blanca de centeno, que me gusta mucho, pero la de trigo sirve igual)
  • 185 g de mantequilla de cacahuete (la mía tiene trocitos de cacahuete, y me ha gustado encontrarlos al morderlas)
  • 170 g de mantequilla a temperatura ambiente (NO derretida)
  • 180 g de azúcar moreno
  • Un huevo
  • 1/2 cucharadita de bicarbonato sódico
  • Una pizca de sal
  • Una cucharadita de extracto de vainilla

Elaboración:
  • Ponemos en un bol la mantequilla a temperatura ambiente y el azúcar. Batimos con varillas hasta que quede esponjoso y de color blanquecino. (Es importante que la mantequilla esté a temperatura ambiente y no fundida porque si se derrite la mezcla no esponjará como debe). 
  • Añadimos el extracto de vainilla, la mantequilla de cacahuete y batimos un poco hasta que se integre. 
  • A continuación incorporamos el huevo y batimos hasta que la mezcla lo absorba bien. 
  • Tamizamos la harina con el bicarbonato y la sal, lo echamos al bol y mezclamos bien hasta obtener una masa lisa y homogénea. Envolvemos la masa en plástico y la dejamos reposar en el frigorífico al menos media hora. 
  • Pasado ese tiempo forramos unas bandejas de horno con papel vegetal y vamos haciendo con la masa bolitas del tamaño de una nuez y las aplanamos entre las manos. 
  • Con un tenedor aplastamos cada bolita, si queremos primero en sentido primero y luego en el otro, para que nos quede un dibujo de enrejado. 
  • Horneamos las galletas alrededor de 12 minuto, a media altura, en el horno precalentado a 195ºC y sin ventilador. 
  • Las sacamos y dejamos enfriar completamente sobre una rejilla antes de hincarles el diente.

A tener en cuenta:
  • Hay que poner las bolitas bastante separadas, porque las galletas crecen en el horno. Así que tendremos que hornear varias tandas.
  • Aunque al sacar las galletas del horno os parezca que están un poco blandas, no las volváis a meter, ya que al enfriar endurecen. 
  • Cuando las vayáis a pasar de la bandeja a la rejilla tratadlas con cuidado, porque aún están blandas y se pueden romper. 
  • Con estas cantidades salen unas 57 galletas.

Conservación:
  • Estas galletas aguantan perfectamente una semana en una caja de lata o un tarro cerrado herméticamente. 













domingo, 12 de octubre de 2014

Bollos de leche y trocitos de chocolate


Pan con chocolate. Una merienda o un desayuno que todos hemos comido cientos de veces cuando éramos niños. Mis padres abrían por la mitad un trozo de pan y le metían dentro el chocolate. Los de mi generación alternábamos el pan de leche y las medias lunas. Y un poco más tarde llegaron los "doowaps", esos bollos con pepitas de chocolate que más tarde, y sin explicación alguna, cambiaron su nombre por "weikis". Algo parecido a esto es lo que os propongo con la receta de hoy.

Sé que la repostería, así de entrada, puede dar un poco de miedo, pero os aseguro que esta receta es bastante fácil. Sé que siempre digo lo mismo, así que muchos de vosotros no me tomaréis en serio, pero si yo soy capaz de hacer estos bollos, ¿como no vais a ser capaces de hacerlos vosotros?

Y si a la primera no salen perfectos, por lo menos tendréis la satisfacción de desayunar o merendar un pan con chocolate elaborado por vosotros mismos. Un pan con chocolate que seguro os transporta al pasado, pero sin la necesidad de que vuestros padres o abuelos hagan todo el trabajo duro. ;-)

Ingredientes:

  • 250 g de harina de fuerza
  • 110 g de leche 
  • 12,5 g de levadura fresca
  • 30 g de aceite de oliva suave
  • 1 yema
  • 40 g de azúcar
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 1 cucharada de esencia de vainilla
  • 70 g de gotas de chocolate

Preparación:
  • Lo primero que tenemos que hacer es guardar las gotas de chocolate en el congelador, hasta que llegue el momento de usarlas. 
  • Deshacemos la levadura en la harina, añadimos la leche, el aceite de oliva, la yema, el azúcar, la sal y la esencia de vainilla y amasamos hasta obtener que nos quede liso y homogéneo. 
  • Ponemos la masa en un bol untado con un poco de aceite, tapamos con papel film y dejamos fermentar hasta que doble su volumen. (El tiempo va a depender mucho del calor que haga en vuestra cocina, pero pensad que tardará una hora, una hora y media). 
  • Cuando la masa haya doblado su volumen la desgasamos, la extendemos suavemente, incorporamos las gotas de chocolate y amasamos ligeramente para repartirlas bien por toda la masa. (Yo además pongo unas gotitas de chocolate sobre cada bollo, para que se vean bien.) 
  • Llegó el momento de formar los bollos; hacemos bolitas de unos 80 gramos cada una, las ponemos sobre una bandeja de horno forrada con papel vegetal y las dejamos levar de nuevo hasta que aumenten el doble su volumen. 
  • Cuando estén listos pintamos los bollos con huevo batido y horneamos a 180ºC durante 20 minutos, hasta que tengan un bonito color dorado.

Conservación:
  • Dejad enfriar los bollos completamente sobre una rejilla antes de consumirlos. 
  • Aguantan unos tres o cuatro días tiernos si los dejamos en una lata bien cerrada. 
  • Estos bollos congelan perfectamente.












domingo, 5 de octubre de 2014

Croquetas de gambas


Casi con toda seguridad os digo que esta será la única receta con marisco que encontréis en este blog. Y es que yo soy alérgica al marisco. Pero en casa, para las celebraciones familiares, soy yo la encargada de elaborar las croquetas. Y en un repertorio "croquetil" que se precie, junto a las croquetas de jamón y las de bacalao, las de gambas no pueden faltar.

Os aviso desde ya que estas son unas croquetas que llevan trabajo. Además de la tarea de formar y empanar cada una de las bolitas tendremos que marcar las gambas, pelarlas y hacer un caldo concentrado con cabezas y cáscaras. Pero según dicen aquellos que las han probado, ese trabajo merece la pena; y es que además de encontrar trocitos de gamba al morderlas, la bechamel de nuestras croquetas tendrá un intenso sabor a marisco.

Puede que después de leer los dos párrafos anteriores no os hayan quedado muchas ganas de hacer estas croquetas. Lo siento, no era mi intención. Lo importante es que reunáis los ingredientes necesarios para prepararlas y os quedéis con que merece la pena el esfuerzo. Vuestros invitados os lo agradecerán.


Ingredientes:
  • 300 g de gambas (las mías eran grandes, así que con seis me bastaron) 
  • Aceite de oliva
  • 3 dientes de ajo  
  • 50 g de mantequilla 
  • 170 g de harina 
  • 700 g de leche 
  • Sal
  • Nuez moscada
  • Harina para rebozar 
  • Pan rallado para rebozar
  • Huevo para rebozar

Elaboración:
  • Para empezar, pelamos los dientes de ajo y los ponemos a confitar en el aceite, a fuego muy suave. Cuando esté listo, subimos el fuego y freímos las gambas hasta que cambien de color.
  • Sacamos las gambas de la sartén (ojo, no limpiéis la sartén), las pelamos, las picamos y reservamos. 
  • Echamos las cáscaras y las cabezas a un cazo con unos 100 gramos de agua y un poco de sal. Las cocemos durante unos 10 minutos, apretando las cabezas y las cáscaras de vez en cuando, para obtener todo su jugo.
  • Transcurridos los 10 minutos colaremos el líquido, apretando bien las cabezas contra el colador para no perder ni una pizca de sabor. Reservamos este concentrado de gambas. 
  • En la sartén en la que hemos frito las gambas, una vez retirados los ajos, echamos la mantequilla y dejamos que se derrita. Incorporamos la harina, y la cocinamos sin dejar de revolver durante unos minutos, hasta que esté dorada.
  • Añadimos entonces el jugo de las cabezas de gambas, la leche, un poco de sal, un poco de nuez moscada rallada y le damos vueltas con las varillas hasta que consigamos una bechamel lisa y sin grumos. (Si tiene grumos tampoco es un drama, la pasamos por la batidora y listo. Por cierto, la cantidad de leche es orientativa, depende de la consistencia que queráis en vuestra bechamel. Que no os quede como cemento armado, pero tampoco tan fina que no la podáis trabajar).
  • Cuando nuestra bechamel tenga la consistencia deseada añadimos las gambas picadas, removemos y dejamos cocer todo junto durante un par de minutos.
  • Echamos la masa en un recipiente en el que nos quede un poco extendida y dejamos enfriar completamente. (De un día para otro sería lo ideal, pero si no tenéis tiempo, con que esté completamente fría, basta).
  • Cuando la masa esté fría cogemos porciones de la masa y les damos forma con dos cucharitas de postre o con las manos, lo que nos resulte más fácil. Cuando tengan la forma deseada, las pasamos por harina, huevo bien batido (es importante que esté perfectamente batido, sin grumos de clara) y pan rallado.
  • Ya sólo nos queda freírlas en abundante aceite caliente o congelarlas.

Cómo freír croquetas: 

Después de pasar tanto tiempo haciendo nuestro jugo de gambas y consiguiendo la bechamel perfecta, sería una pena que nos cargásemos las croquetas por no freírlas correctamente. Así que ahí van unos pasos básicos a seguir.

  • Según mi experiencia las croquetas fríen mejor si están recién sacadas de la nevera, pero no congeladas. Hay quien dice que es mejor hacerlo con las croquetas a temperatura ambiente, pero a mí me da la sensación de que así se abren con más facilidad. Haced la prueba de las dos formas y quedaos con lo que mejor os vaya.
  • Es fundamental usar un buen aceite de oliva.
  • Si no tenéis freidora, utilizad un cazo, mejor que una sartén, para freír las croquetas. Es importante que queden totalmente sumergidas en el aceite.
  • Hay que conseguir una temperatura constante durante toda la fritura. Si tenéis un termómetro de cocina (de cocina, no del que se usa para tomar la temperatura a los niños), aseguraos de que el aceite alcanza los 175ºC, que no supere nunca los 180ºC. Si no tenéis termómetro, meted una brocheta o el palo de una cuchara de madera en el aceite. Cuando salgan burbujitas de forma rápida y constante el aceite está listo para freír.
  • No hagáis demasiadas croquetas a la vez. La cantidad va a depender del tamaño del cazo en que las hagáis, pero nunca lo llenéis más de una tercera parte.
  • Cuando saquéis las croquetas del cazo hacedlo con una espumadera o un colador, que escurran bien el aceite antes de pasarlas a un papel de cocina.

Conservación:
  • Podemos congelar las croquetas, una vez formadas y empanadas, perfectamente. 
  • Antes de guardarlas en una bolsa o un tupper congelarlas en una fuente, sin que se toquen entre sí, para que no pierdan la forma.